¿Yo? Pues aquí… esperando a que se te antoje quererme. Te lo pido, te lo pido en voz baja, no quiero que la nada se despierte y me conteste con mi propia voz para recordarme que estoy solo. Aunque de ser así, ignoraría las palabras. Total, la ignorancia dulce es lo que nos levanta el ánimo y hasta sonríe con nosotros.
Deja de esperar, parece que dice, pero no... es mi terapeuta echándome porras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario